El Abuelo, Extremadura, España

El alcornoque más antiguo de mi tierra





Sabido es de mis gustos senderistas por el puro placer de admirar la naturaleza en su estado puro y salvaje. Sabido es, por parte de la gente que me conoce, me quiere y me acompaña, que mis rutas de fin de semana son muy disfrutadas y fotografiadas porque el segundo objetivo de mis rutas por el campo es atrapar en mi cámara todo lo bello que me rodea.



Para este último objetivo, Extremadura, mi tierra, me lo pone en bandeja. No hay época del año en la que no se pueda disfrutar de sus paisajes, únicos, por cierto, porque en ningún otro lugar nadie va a encontrar una dehesa tan genuina, vasta y bien cuidada como la que nos rodea. Miles y miles de hectáreas de encinas y alcornoques, muchísimos de ellos centenarios como es el caso que hoy quisiera mostrar, el alcornoque denominado "El Abuelo"





Este apelativo cariñoso es porque la edad, y es un cálculo estimativo, puede rondar los 300 años.

Trescientos años en un árbol desprotegido, en medio del campo, son muchos años para permanecer erguido. Vientos, lluvias, tormentas, heladas, fuegos, plagas, hongos y sobre todo la mano del hombre no han podido con semejante ejemplar, al menos hasta hoy...




Situado en una propiedad privada en el término municipal de Alburquerque. A unos 4 kms del pueblo, se yergue este anciano árbol de 15 metros de altura y de casi 6 metros de perímetro su tronco. Situado en un majestuoso lugar de alto interés ornitológico, es muy visitado y muy apreciado. Hace muy poco tiempo tuvieron que protegerle con una valla de madera, aún así hay desaprensivos a los que les gusta marcar sus iniciales a navaja, lo cual me parece una salvajada y una falta de sensibilidad extrema.

El Abuelo ha sufrido también con alguna que otra poco afortunada poda produciendo en él más daños que beneficios. Hay muchas ramas principales de la copa que también se han venido abajo vencidas por el paso del tiempo y por el peso pero, muy a pesar de todo este ancestral alcornoque sigue en pie, agarrándose con fuerza a la roca granítica que le sirve de peana y que le ha acompañado todo este tiempo.







Esta entrada no pretende más que rendirle un merecido homenaje a todo un símbolo en esta tierra tan extrema y tan dura como lo es la que me vio nacer. Con cariño, con respeto yo invito a que gente de bien se pase por estos lares y disfruten del entorno y vengan a visitar un lugar que por otro lado ofrece grandes rutas senderistas, la del Castillo de Azagala y pantano Peña del Águila, que fue la que yo hice y la que me llevó a visitar y a abrazar al Abuelo.




Por cierto....habéis abrazado alguna vez a algún árbol?









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